Solo una taza de café…

Se cansó de esperar en aquel lugar, el clima afuera era más frío que lo usual. Las pequeñas gotas descendían por el cristal principal de la cafetería.  Todo se veía gris, las personas pasaban rápidamente por ahí, seguramente hacia sus tibias y confortables casas.

Una vez más estaba sola, frente a dos tazas de café; una vacía, la otra se había enfriado  sesenta minutos atrás. Sabía que su acompañante no llegaría, canceló 10 minutos antes de la hora prevista.

Sentía la mirada compasiva del camarero y aun así no deseaba voltear. Decidió que era momento de marcharse, seguramente la frescura del ambiente haría que mejorara su animo. Pidió la cuenta, retiraron las tazas y demás. El mesero dijo que volvería pronto pero ella no tenía ganas de esperar.

Dejó el pago y la propina en la mesa. Se cubrió con el abrigo y en la puerta abrió el paraguas, no quería enfermarse al día siguiente. Respiró profundamente y comenzó a caminar.

Iba abstraída en sus pensamientos en el instante que alguien la trajo a la realidad tocando su hombro.

–Dejó esto en su mesa señorita. — comentó el joven que la había atendido anteriormente en el local.

–No creo que…

–Sí, es suyo. –le entregó una servilleta doblada en cuatro y regresó rumbo a su trabajo.

Ella estaba confundida, no recordaba haber dejado nada ni tampoco escribir algo en una servilleta. Por alguna razón decidió conservarla metiendola en una bolsa del abrigo.

Continúo su andar y se detuvo en un parque. Le encantaban los parques, pero ir sola no era de su agrado. Recordó lo que acababa de sucederle, metió la mano en el bolsillo y saco el papel doblado.

Ahí pudo leer:

Sonríe!! Nunca es buena la tristeza. La vida tiene cosas mejores para ti… Solo confía en ti… Ervey. 25-oct-2011.

Y no pudo evitar sonreír, de manera cálida y sincera, agradeciéndole a ese extraño por alegrarle el día.